domingo, 17 de julio de 2011

El 22, una oda a la gula

Si Marcello Mastroianni planeara en Buenos Aires un suicidio gastronómico como en La Gran Comilona, el lugar sin dudas sería El 22. Porque en El 22 no se come, “se mangia a morire”.
Al bodegón hay que venir con hambre. Aquí, en la parrilla de la esquina de Jufré y Godoy Cruz, todo es extremo. Desde una milanesa napolitana que sobresale de la bandeja de acero, como si calzara 44, hasta una torre de papas fritas a la provenzal que se desmorona sobre la mesa y deja su huella en la madera.
En El 22 no hay manteles, menos servilletas de tela; tampoco hay que esperar a que el mozo traiga la carta: está aquí parada sobre la mesa, derechita como soldado.
Encabeza las listas de las mejores parrillas de Buenos Aires, por eso no sólo alberga a los del barrio, sino también a extranjeros curiosos, ávidos de lo autóctono.
El bodegón es de esos lugares donde se improvisan mesas largas, se puede ver un partido de fútbol y comer como en casa. El bullicio es permanente, recuerda a los comedores de club (hasta tiene las sillas altas de mimbre para niños); y a diferencia de otros sitios del mismo estilo, no se respira fritura, sino un tentador aroma a parrilla.
En cuanto a los postres, la especialidad de la casa: el flan mixto.  Su dimensión es tal que se puede pedir uno solo y compartir entre cuatro personas. Cierre los ojos. Imagínelo alto y ancho como un ladrillo, pero tan suave, esponjoso y aireado que al llevarlo a la boca se deshace volviéndose adictivo; su aspecto apenas se vislumbra porque le han echado un pote de crema a un lado y al otro, una tonelada de dulce de leche. Puede abrir los ojos.  
Volviendo a lo salado, la carta además de asado y el imperdible flan mixto, ofrece varios menús como: tallarines con estofado más bebida o una presa de pollo con ensalada más bebida. Lo curioso es que son 21 opciones, en vez de “22”... porque El 22 es así,  no se acomoda, ni se maquilla. La presentación no es lo que cuenta, sino la abundancia y el sabor casero.


 


















Dónde: Jufré 1085 Esq. Godoy Cruz, Villa Crespo.
Precio: $50 aprox. por persona (Sólo efectivo)

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