AMO BUENOS AIRES: Las Olas

A simple vista, por la iluminación, por la manera en que están distribuidas las mesas, por sus recovecos, sus sillones de cuero, Las olas huele a trampa... huele a casino, a hotel... a alfombra. Pero también, por su decoración, por sus platos, por los LCDs que están por doquier y que pasan deportes, por todo eso...también huele a Estados Unidos, a Miami, a la Argentina de los noventa.
Mesas redondas de madera oscura ocupadas por familias que comparten hamburguesas gigantes; jóvenes de la zona -de la Zona Norte- que hacen 'la previa'; señoras cincuentonas que, en vez de juntarse a tomar el té, optan por una ensalada Caesar o unos nachos con guacamole; amigos que, entre chop y chop, juegan al pool, ubicado cerca de la barra; y claro, también el señor mayor que comparte una copa con una joven, muy joven y rubia, que de tan rubia encandila su alrededor y despierta todo tipo de especulaciones (será la hija? la secretaria? una conquista de hace minutos?).
Ni bien uno ingresa a Las Olas, el mega restaurante del barrio de Martínez, que en 2003 salió en la tapa de los diarios porque a su dueño se lo involucró con un asesinato, uno ingresa a un micromundo. Un lugar, en donde llama la atención la cantidad de mozos (Nos atendieron cinco distintos en apenas dos horas. Uno trajo el menú, otra tomó el pedido, uno distinto sirvió los platos y así). La comida, muy sabrosa. La atención, muy buena. Pero, sin dudas, lo que más atrae del lugar es esa mezcla de personajes, de olores, de luces, que hacen de Las Olas, un lugar en donde el De Niro de Casino podría ser perfectamente su habitué.